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La Noche de San Juan es una mágica tradición –de origen pagano (Litha)– que se comenzó a celebrar por la creencia de que el Sol no volvería a su esplendor total dado que, tras esta fecha, los días eran cada vez más cortos y, de esta manera, fogatas y ritos de fuego de toda clase se iniciaban en la víspera del pleno verano para simbolizar el poder del Sol y ayudarle a renovar su energía.Unos ritos realizados gracias a que nuestros antepasados, tan amigos de observar las estrellas, se dieron cuenta –hace unos 5 mil años– de que el Sol se mueve desde una posición perpendicular sobre el Trópico de Capricornio, en determinada época del año, hasta una posición perpendicular sobre el trópico de Cáncer.A estos días extremos en la posición del Sol se les llamó solsticios de invierno y verano, los cuales ocurren los días 21 de diciembre y 21 de junio, respectivamente, en el hemisferio norte (al contrario en el sur). En el solsticio de verano, el eje de la tierra está inclinado 23,5 grados hacia el Sol, resultando el gran momento del curso solar y, a partir de ese punto, comienza a declinar.La noche y el amanecer fueron dedicados a San Juan, en un esfuerzo por cristianizar las numerosas fuerzas que se manifiestan en esta mágica jornada, donde las sociedades tradicionales de Europa ponen en marcha numerosos rituales de antiguo origen y profunda funcionalidad cultural, no siendo específicas de localidades concretas, sino que se extiende por toda Europa con diversas variantes. No obstante, antes de cristianizarse esta fiesta, los pueblos de Europa ya encendían hogueras en sus campos para ayudar al Sol y, en su conciencia interna, sabían que el fuego destruye lo malo y lo dañino. No en vano, los hechizos se destruían mediante el fuego.En los antiguos mitos griegos, se denominaban puertas a los solsticios y, en parte, no les faltaba razón. La puerta de los seres humanos, según estas creencias helénicas, correspondía al solsticio de verano, a diferencia de la puerta de los dioses del solsticio de invierno.Mientras, en tiempos posteriores, se encendían fogatas en las cimas de las montañas, a lo largo de los riachuelos, en la mitad de las calles y al frente de las casas, organizando procesiones con antorchas y echando a rodar ruedas ardiendo colinas abajo y a través de los campos, así como se bailaba y saltaba alrededor del fuego para purificarse y protegerse de influencias demoníacas y asegurar el renacimiento del Sol.En muchos lugares no cabe duda de que las celebraciones actuales tienen una conexión directa con las celebraciones de la antigüedad ligadas al solsticio de verano, influidas por ritos precristianos o vinculados a los ciclos de la naturaleza. Sin embargo, en otros lugares, como es el caso de España, la existencia de una vinculación entre las celebraciones del solsticio de verano (en el hemisferio norte) que tiene lugar el 20-21 de junio y las celebraciones del día de San Juan (la noche del 23 de junio) varían en función de las fechas, la discontinuidad en la celebración, las tradiciones y costumbres, etc. Pese a ello, se observan elementos comunes, como la realización de hogueras en las calles y plazas de las poblaciones donde se reúnen familiares y amigos.En Zaragoza, a lo largo de la historia, San Juan se ha celebrado de muchas maneras. Años atrás había corridas de toros, verbenas y hogueras por todos los rincones de la ciudad. E, incluso, por el Canal Imperial bajaban los barcos engalanados con enramadas de diversas plantas, como la albahaca, la hierbabuena, la ruda o la valeriana.
Actualmente, y como sucedió hace escasos días, podemos encontrarnos hogueras y verbenas, distribuidas por casi todos los distritos de la ciudad, como en el Barrio Jesús y Plaza Albada (El Rabal), calle Alberto Duce (Actur-Rey Fernando), Parque de San Pablo y Parque Bruil (Casco Histórico), Parque Torre Ramona (Las Fuentes), Parque Delicias (Delicias), calle Braulio Foz (La Almozara), frente al Camping de Zaragoza (Rosales del Canal), calle Embarcadero (Casablanca), Plaza San Francisco (Universidad), explanada de San Andrés (Miralbueno), explanada en Valdefierro, Parque La Paz (Torrero-La Paz) o Parque La Granja (San José), así como en algunos barrios rurales (La Cartuja Baja, San Juan de Mozarrifar, Peñaflor, Monzalbarba y Torrecilla de Valmadrid), donde se reúnen centenares de personas que pasan juntas esta mágica noche con actividades alrededor del fuego de las hogueras e, incluso, aprovechan sus brasas para disfrutar de una rica gastronomía a base de chorizo, longaniza o morcilla.Desde Zaragoza Ciudadana, aprovechamos esta publicación para desearos a todos… ¡Feliz inicio de verano!