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ESCUCHA LA PUBLICACIÓNInauguramos la sección «Eco ciudadano», en la que daremos voz a los zaragozanos que deseen publicar sus escritos, artículos de opinión, etcétera, con un texto de un joven y socialmente comprometido zaragozano, llamado Pablo Hernández, que trata sobre la convivencia de los servicios de movilidad en la ciudad: «Una acera, un carril bici y una carretera para la convivencia, por favor».El día 23 de septiembre de 2014 entraba en vigor la nueva ley ciudadana que prohíbe la libre circulación ciclista por las aceras, obligando así a ir por la calzada a todo aquel que ose transportarse en el medio biciclo. Las consecuencias de insubordinación a dicha ordenanza, suponen una multa que puede ir desde los 24 euros a los 600 según la infracción cometida.
Desde un punto de vista equilibrista, se puede entender esta medida adoptada por las autoridades, ya que el número de individuos temerarios al manillar ha ido aumentando de una forma vertiginosa… No era normal verte envuelto en una masa de «bikers» montados en caballos de hierro, mientras dabas un tranquilo paseo, o ir andando a clase y que te «afeitasen» literalmente el morro… Por no hablar de los aparatosos movimientos que uno tiene que hacer para evitar el choque en un cruce de semáforos. Son algunos de los casos que han hecho que un simple problema de convivencia y educación vial se haya convertido en una guerra entre ciclistas, peatones y, ahora, conductores porque, con la nueva ordenanza, los conductores van a ser parte de este eterno contencioso que no nos dignamos a resolver con coherencia.
Y he aquí la reflexión de este asunto… ¿Es la solución prohibir la circulación ciclista por las aceras de toda la ciudad? En mi opinión, no, puesto que no resuelve absolutamente nada. Resuelve el problema con los peatones, pero ¿qué pasa ahora con el tráfico? ¿qué pasa con los futuros accidentes que se pueden producir? ¿era necesaria una supresión total? ¿por qué no una supresión parcial? Hay calles en las que es inviable poder ir en bici por la acera, por supuesto, pero no es necesario extender el problema a las calles amplias, plazas, parques y demás sitios en los que el problema no existe.
Creo que sería mejor tomar una serie de medidas antes de la prohibición. La primera, poner un número identificador de bicicleta (a modo matrícula de coche), algo que permita asociar la bici a su dueño. La segunda, señalizar por qué calles no se puede ir en bici por la acera con una simple señal al principio y final de cada calle (en mi viaje a Toulouse vi eso en varias calles). La tercera, ampliar el carril bici, que haya una cobertura correcta por toda la ciudad. La cuarta, señalizar en condiciones esos carriles bici (el carril bici de Paseo Independencia era bochornoso) porque los peatones pueden confundirlo con acera o no es respetado. La quinta, impartir charlas y cursos de educación vial y convivencia ciudadana, porque no hay que olvidar que la ciudad es de todos, en centros educativos. La sexta, fomentar una campaña (como la que se hizo con la del tranvía) para potenciar el respeto, la atención y la convivencia en la calle.
Pero claro, no he caído en que estas medidas cuestan dinero y, hoy en día, está de moda eso de derrocharlo o robarlo en vez de administrarlo con sensatez o con «2 dedicos de frente», como decimos en Aragón. Es preferible gastarlo en la limpieza de las zonas donde los jóvenes celebran las fiestas, pagar al municipal «pone-multas» de turno o en la pintura con la que se convierten los aparcamientos gratuitos en aparcamientos de pago, por ejemplo. Luego los mismos que restringen el uso de la bicicleta serán los mismos que aporten ideas contra el cambio climático y el respeto medioambiental (que bienvenidas sean).
En fin, que hay muchas salidas antes de la que beneficia a una parte y no al conjunto. Hay que saber gobernar para todos estimados políticos…
Ésta es la humilde opinión de un ciudadano, un ciclista y un futuro conductor.
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