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ESCUCHA LA PUBLICACIÓN“Jamás habrá otra ni más España que la que salga de la cabeza de los españoles” es una de las frases más trascendentes que nos dejó el jurista, economista e historiador aragonés Joaquín Costa, el mayor representante del movimiento intelectual decimonónico conocido como
regeneracionismo, y del cual hoy se cumplen 169 años de su nacimiento en la localidad oscense de Monzón.
Si bien no ha sido mucha su influencia real en la vida diaria de la España del siglo XX, hay que reconocer que la figura de Costa ha protagonizado la mayoría de los análisis sobre la modernidad de la realidad española. Una permanente presencia, gestionada desde diferentes enfoques que, al final, han contribuido a convertirlo en una referencia para todos los que querían hablar del problema del campo español, de la necesidad de la educación, o para aquellos que se adentran en la complicada discusión sobre la gestión del agua.
Costa trabajó y estudió en Huesca —magisterio, bachiller— y Madrid, donde se doctoró en Derecho (1872) y Letras (1875) y, un año después, escribió “La vida del Derecho” (1876), siendo profesor auxiliar en la Universidad Central, cargo al que renunció en protesta por la política educativa de la Restauración, junto a
Francisco Giner de los Ríos y otros miembros de la Institución Libre de Enseñanza.
Con la vocación europeísta que trajo de Francia, y con sus amores incomprendidos en la católica Huesca, Costa comenzó un periplo por las ciudades españolas, siempre involucrado en el estudio y el conocimiento de esos territorios que exploraba, de esas sociedades, de ese pasado común. Porque toda su vida fue un peregrinar, en el que no buscó nunca los honores (incluso renunció a ser ministro con
Cánovas y con
Sagasta), pero en el que intentó despertar las conciencias a ras de calle, hacer nacer en las plazas de España la reivindicación que llevara al futuro, al progreso, a la libertad.
Y, todo ello, desde la apuesta rotunda por lo europeo, que intentó vender como la mejor salida a
la crisis de 1898. Esta imagen personal del europeísta es la que describió, con intensidad plástica y gran sutileza, el maestro
Azorín cuando indicó cómo
“el señor Costa… se ha levantado de su sillón, penosamente, con una laxitud profunda, y se ha acercado al balcón… Y el señor Costa, con los ojos melancólicos, pegados a los cristales, piensa en la europeización, imposible, de España”.
Por todo ello, parafraseando al que muy pronto fuera conocido como
“El león de Graus”, porque jamás habrá otra ni más Zaragoza que la que salga de la cabeza de los zaragozanos, como reivindicamos desde Zaragoza Ciudadana, rendimos nuestro particular homenaje a este histórico aragonés nacido en Monzón y fallecido en Graus.
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